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Invierno 2021

Victimización sexual infantil por representantes de la Iglesia Católica en España: descripción de sus características y daño espiritual en sus víctimas

Cita recomendada: Pereda, N. y Segura, A. (2021). Victimización sexual infantil por representantes de la Iglesia Católica en España: descripción de sus características y daño espiritual en sus víctimas. PostC: La PosRevista sobre Crimen, Ciencia y Sociedad de la era PosCovid19, (2). 

Introducción

La victimización sexual infantil por parte de representantes de la Iglesia Católica es un serio problema que se ha producido a lo largo de la historia de la institución y que ésta conoce desde hace años (Sáez, 2015). En España, la situación se visibilizó en el año 2016, con el caso Joaquín Benítez, también conocido posteriormente como el caso Maristas. El padre de un alumno de un centro educativo dirigido por la Congregación de los Hermanos Maristas, denunció los abusos sexuales sufridos por su hijo por parte del profesor de educación física. La siguiente investigación finalizó en denuncias contra 18 docentes de diferentes escuelas maristas en Cataluña, por parte de 51 víctimas.

Si bien la victimización sexual por parte de representantes de la Iglesia Católica comparte muchas similitudes en sus características y efectos con formas de victimización sexual cometidas en otros contextos, especialmente con aquellas acontecidas en instituciones (Dressing et al., 2017), su estudio requiere de un análisis específico que muestre sus particularidades y visibilice a sus víctimas en España.

En este sentido, y dada la ausencia de publicaciones, el objetivo del presente estudio ha sido describir, por primera vez en nuestro país, las principales características de la victimización sexual cometida contra menores por parte de representantes de la Iglesia Católica en España, así como la existencia de posibles indicadores de daño espiritual, a partir de la información proporcionada por sus propias víctimas, ya adultas.

Marco teórico

Una de las características diferenciales de la victimización sexual por parte de representantes de la Iglesia Católica es que la mayoría de víctimas son de sexo masculino (Doyle, 2003). Algunos autores han defendido este resultado aludiendo a la facilidad con la que los religiosos han tenido acceso a varones en su actividad diaria (Parkinson, 2014), así como a aspectos vinculados con la homosexualidad (McGraw et al., 2019). El porcentaje de víctimas de sexo femenino se incrementó en los 90, cuando el acceso de los miembros de la Iglesia Católica a las niñas aumentó con el cambio paulatino a una escolarización mixta dejando atrás la segregación por sexo, lo que da soporte al rol de la oportunidad en el perfil de género de las víctimas (Terry y Freilich, 2012). Otros autores defienden que las víctimas de sexo femenino no han aparecido aún públicamente y por ello existe un sesgo con una mayor frecuencia de víctimas varones (véase una revisión de todos estos aspectos en van Wormer y Berns, 2004).

La victimización sexual infantil por parte de representantes de la Iglesia puede conceptualizarse como un proceso dinámico entre el victimario, la víctima y la comunidad religiosa (Fogler et al., 2008). Así, además de las similitudes que comparte con otras formas de victimización sexual, algunos autores (Farrell y Taylor, 2000) han encontrado síntomas importantes de crisis espiritual y teológica en las víctimas, justificando que esta forma de abuso se trate específicamente. Ciertamente, el abuso del poder espiritual por el perpetrador es comúnmente una característica clave del abuso sexual cometido por el clero o por consagrados. El sacerdote representa la voz de Dios y muchas veces los abusos se cometen en Su nombre, usando objetos y simbología religiosa. En este contexto, la víctima se siente culpable y no merecedora de Su amor (Isely et al., 2008). La relación de un creyente con Dios puede compararse psicológicamente con otras formas de apego (Granqvist et al., 2010). Esta relación se basa en la creencia que Dios va a protegerte y cuando Éste no evita el abuso sexual la asunción básica de seguridad se rompe y el creyente puede pensar que su relación con Él se ha destruido (Smith, 2004). Los sentimientos de rabia hacia Dios son uno de los más potentes y consistentes predictores de una pobre salud mental en víctimas de abuso sexual por representantes de la Iglesia (Pargament et al., 1998). Cabe tener en cuenta que el victimario representa a la Iglesia, así que muchas víctimas asumen que ésta, en su totalidad, es quién les ha hecho daño. Así, evitan el dolor que les supone asistir a ésta alejándose de ella (McLaughlin, 1994). Las señales, símbolos y rituales de la Iglesia se convierten en estímulos que conllevan imágenes intrusivas de lo ocurrido (Rudolfsson y Tidefors, 2014).

Estas consecuencias espirituales se suman a los problemas de tipo físico y emocional que puede presentar la víctima y deben tratarse en todos los casos de abusos sexuales por parte de religiosos o representantes de la Iglesia. Entender cómo lo físico, lo psicológico y lo espiritual van unidos e, incluso, pueden magnificar uno al otro, debe ser parte de una respuesta holística a estas experiencias traumáticas. Por lo tanto, la recuperación de las víctimas no se puede limitar sólo a mitigar la sintomatología física o psicológica, sino que también se debe atender a los desafíos espirituales que implican este tipo de victimizaciones (Guido, 2008).

Resultados del estudio

Características de la victimización sexual y del victimario

De forma similar a lo que se ha observado en estudios previos llevados a cabo en otros países (McGraw et al., 2019), la muestra se compuso, en su mayoría, de víctimas de sexo masculino (25 varones y 13 mujeres) de entre los 24 y los 67 años (M = 51,1 años; DT = 11,7). Todas ellas respondieron a una encuesta creada ad hoc para los objetivos del estudio.

La victimización se inició a una edad postpuberal, situada en los 11,8 años (DT = 3,2) de media y finalizó a los 14,3 años (DT = 4,6), mostrando la tendencia efebofílica de los victimarios en este contexto (Cimbolic y Cartor, 2006).

A su vez, los abusos sexuales pueden considerarse graves, incluyendo conductas crónicas para el 65,8% de los casos (n = 25), con contacto físico, como caricias y tocamientos o masturbaciones en el 78,9% (n = 30); introducción de objetos o alguna parte del cuerpo del victimario ya fuera por vía vaginal, anal u oral en el 42,1% (n = 16) e introducción de partes de su cuerpo al cuerpo del victimario en el 10,5% (n = 4), de forma similar a lo obtenido en otros estudios (véase la revisión de Dressing et al., 2017).

En relación con el victimario, éste fue un varón (n = 38), con el rol de párroco o sacerdote en el 65,8% de los casos (n = 25). Un 34,2% (n = 13) de los participantes informó que el victimario usó sus creencias religiosas en el transcurso de los abusos. Algunas de las frases utilizadas por los victimarios pueden verse en la Figura 2.

Revelación y notificación de la victimización sexual

Se observa, en los resultados obtenidos, que la mayoría de las víctimas requirieron de un tiempo de reflexión y maduración personal antes de poder revelar lo sucedido, como ya se ha indicado en trabajos previos con víctimas de abuso sexual en España (Tamarit, Abad y Hernández-Hidalgo, 2015). Referente a la primera revelación, la mayoría de los participantes (86,8%; n = 33) reportó haber explicado los abusos a una edad media de 24,1 años (D.T. = 11,8), generalmente a la madre (36,4%; n = 12), a un amigo o amiga (36,4%; n = 12), a otro familiar (24,2%; n = 8), a la pareja (24,2%; n = 8), al padre (18,0%; n = 6), pero también a un representante de la Iglesia Católica (18,0%; n = 6) o a un profesional (15,2%; n = 5).

En el 75,8% (n = 25) de los casos, los participantes señalaron que las personas a quienes revelaron el abuso les creyeron, mientras que el 12,1% (n = 4) comenta que nadie les creyó, un 9,1% (n = 3) afirma que algunos le creyeron y otros no, y un caso (3,0%) prefiere no contestar.

Sin embargo, la notificación a una autoridad fue un proceso mucho más difícil para las víctimas encuestadas, que manifiestan haber sentido un profundo malestar derivado de la misma. Así, en un 44,7% (n = 17) de los casos los participantes indican que se notificaron los abusos, mayoritariamente (94,1%; n = 16) a un representante de la Iglesia Católica, seguido de a un miembro de los cuerpos y fuerzas de seguridad (23,5%; n = 4) y al poder judicial (11,8%; n = 2). Dicha notificación fue realizada en la mitad de las ocasiones por la propia víctima (47,1%; n = 8), la madre (23,5%; n = 4), otro familiar (23,5%; n = 4), el padre (11,8%; n = 2), un representante de la Iglesia Católica (11,8%; n = 2) y un caso fue notificado por un desconocido o desconocida (5,9%).

De los 17 casos notificados, más de la mitad (52,9%; n = 9) señalaron que la notificación tuvo un impacto negativo sobre su bienestar, mostrando una puntuación media de 2,8 (D.T. = 3,4) sobre 10, representando este último valor un impacto totalmente positivo. Las víctimas creyeron que la Iglesia las creería y actuaría en consecuencia. Lo que ocurrió, como se ha observado en otros países, fue todo lo contrario (Doyle, 2009).

Religión, espiritualidad y fe en víctimas de la Iglesia Católica

Menos de un tercio de las víctimas de abuso sexual consideran tener creencias religiosas, principalmente pertenecientes al cristianismo. El 62,0% de la muestra (n = 18) se definió a sí mismo como contrario a cualquier religión o nada religioso. Tres cuartas partes de cada muestra informó que nunca asistía a servicios religiosos (n = 22; 78,6%), y el 14,3% (n = 4) que sólo lo hacía en festividades especiales o importantes. Estos resultados muestran el rechazo y la mala imagen que la Iglesia Católica presenta desde hace unos años, principalmente relacionados con los escándalos de abuso sexual alrededor del mundo (Sáez, 2015). También es posible, sin embargo, que aquellas víctimas más críticas con la Iglesia Católica sean las que han participado en el estudio. Así, las características de la muestra no permiten generalizar los resultados a otras víctimas de abuso sexual.

Las víctimas encuestadas atribuyen el impacto negativo de sus creencias en la Iglesia Católica, y marginalmente en Dios, a los abusos sexuales que sufrieron, como puede verse en la siguiente figura.

Así, se ha encontrado en trabajos previos que las víctimas presentan niveles inferiores de bienestar espiritual, menor confianza en el clero, una relación negativa con la existencia de un poder superior, y menor implicación en prácticas religiosas y en actividades de la Iglesia (Ben-Ezra et al., 2010; Hall, 1995). Estos sentimientos reflejan la culpa y vergüenza que sienten, así como el sentimiento de traición y abandono por parte de la Iglesia. Teniendo en cuenta que las organizaciones religiosas se dedican al desarrollo de la fe y la espiritualidad de sus miembros, deberían adquirir también el compromiso de colaborar en el proceso de sanación de la fe de las víctimas de abusos sexuales en su seno (Rossetti, 1995).

Conclusiones

Si bien victimización sexual de menores no se da sólo en la Iglesia Católica, sino que se produce en instituciones vinculadas a todas las religiones (Witt et al., 2019), en España es un fenómeno que ha afectado de forma significativa a la fe, espiritualidad y creencias de muchas víctimas. El sentimiento de traición espiritual ha derivado en estos casos no sólo de la experiencia de victimización cometida por alguien que representa a Dios, sino también por la respuesta de rechazo e incredulidad ante las denuncias de las víctimas manifestada por la Iglesia Católica como institución. España tiene aún mucho camino que recorrer en este sentido. Nuestros resultados muestran la necesidad de que la Iglesia asuma su responsabilidad ante las graves consecuencias que presentan muchas de sus víctimas y que requiere de una aproximación al problema que, en gran parte de casos, deberá estar basada en los principios de la justicia restaurativa e incluir la espiritualidad como una de las áreas a tratar.

Referencias

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Anna Segura
Anna Segura

Doctora en Psicología Clínica y de la Salud.

Investigadora postdoctoral en el Center on Violence Against Women and Children (VAWC) de la School of Social Work de la Rutgers University. Colabora con el GReVIA de la Universitat de Barcelona y el grupo de investigación Salud Mental e Innovación Social de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya.

Noemí Pereda
Noemí Pereda

Profesora titular de Victimología

Directora del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA) de la Universitat de Barcelona. Actualmente es investigadora ICREA Academia y miembro del International z-proso Research Network (zIReN-Team) de la University of Zurich.

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