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Elogio de la divulgación científica en la era PosCovid-19 (y presentación de PostC: Crimen, Ciencia y Sociedad)

Cita recomendada: Miró Llinares, F., y Gómez Bellvís, A. B. (2020). Elogio de la divulgación en la era PosCovid-19 (y presentación de PostC: Crimen, Ciencia y Sociedad). PostC: La PosRevista sobre Crimen, Ciencia y Sociedad de la era PosCovid19, (1). 

No es elegante elogiar actos propios, y de hecho no es la intención de quienes humildemente comenzamos este proyecto loarnos. Nuestro doble objetivo, con este artículo cuyo título homenajea a “Elogio del cientificismo” de Bunge (2017) es, por un lado exaltar a quienes, como señala López Otín (2016), han comprendido desde hace mucho que “educar no solo consiste en transmitir información, también debe instruir en el asombro ante el mundo y la vida, y enseñar a pensar, a sentir y a ser” y, por otro, declarar nuestra voluntad de sumarnos a tal actitud científica y democratizadora. Porque eso, a nuestro parecer, es lo mejor de la divulgación de la ciencia, la suma de una actitud científica, de duda socrática anhelante de cambio del paradigma, y una voluntad de rebelarse contra la idea elitista del conocimiento y lo que eso conlleva. Y quizás una de las escasas cosas buenas que nos haya dejado la pandemia que estamos viviendo es la oportunidad de comprender lo importante que es que la ciencia se desarrolle y se difunda y que su impacto y conocimiento llegue al mayor número de personas posible.

La crisis de la COVID-19 ha puesto de moda la ciencia y su estudio, pero también la ha sometido al escrutinio público mostrando como aparentes debilidades (aunque siempre haya gozado de alta consideración [Chalmers, 1992]), ante la premura de soluciones y verdades absolutas, lo que son sus propias limitaciones y, en el fondo, sus fortalezas. De la noche a la mañana hemos pasado de sonreír ante la extraña expresión “coronavirus”, a leer artículos científicos sobre la COVID-19, escuchar hablar del diámetro de las partículas, tratar de comprender el mecanismo de la transmisión por aerosoles y a ver continuos cambios de criterio respecto a lo que se debe hacer en atención a la aparición de nuevas “supuestas evidencias”. También hemos pasado de despreciar el conocimiento del funcionamiento interno de la ciencia y sus métodos, de desconocer las normas implícitas en las prácticas científicas que tienen éxito y de sentirnos seducidos por el “todo vale” de Feyerabend, a tratar de comprender la problemática de los pre-prints, discutir el valor de lo publicado en The Lancet, y a querer que  la ciencia lo decida todo y se aparte de la política, como si ello fuera posible e incluso deseable.

A nuestro parecer la crisis del SARS-COV-2 resalta dos aspectos capitales relativos a la importancia de la divulgación científica, uno relacionado con la importancia de la ciencia, sus procesos y sus tiempos en aras de la rigurosidad, el otro con el modo en que la misma debe transmitirse en el entorno digital en el que nos encontramos. En cuanto a lo primero, la divulgación científica sigue siendo esencial, y no sólo para transmitir mejor el conocimiento de la realidad, sino también para transmitir la mejor actitud posible para afrontar los problemas del mundo. Actitud que incluye un ánimo de duda y superación ante los fracasos que a veces queda oculto detrás de la exclusiva divulgación de los éxitos. Esta crisis nos ha mostrado cómo aparecían los debates científicos, cómo se cambiaba sistemáticamente de opinión, cómo se fracasaba en algunas recomendaciones y se acertaba en otras. Esto ha sido transmitido como debilidad, pero también es parte de la fortaleza de la ciencia. Como señala Perdiguero Gil, la controversia es una parte relevante del modo en el que funciona la ciencia, “disentir, proponer modelos alternativos de comprensión, es el modo habitual de llevar a cabo la actividad científica”, por lo que no debe extrañarnos que esto también haya pasado ante la ciencia aplicada a una nueva enfermedad, aunque tales divergencias sean muchas veces observadas con desesperación por parte de quienes esperan respuestas rápidas y totales. Precisamente por que la ciencia no avanza así, es fundamental que la divulgación abarque también los propios procesos de la ciencia, sus tiempos, sus límites, su falibilidad, y que se comprenda también que ella, por sí sola, tampoco puede solucionar los problemas del mundo. La ciencia sigue siendo el gran aliado de la humanidad para afrontar los retos que va encontrando, pero siempre que se reconozcan sus límites aceptando que no hay ciencia sino ciencias en las que resulta difícil trazar fronteras definidas pero siendo posible definir los rasgos de lo «científico» (Dieguez, 2020), y huyamos de visiones exageradas que construyen falsas dicotomías de ciencia perfecta vs. ciencia subjetiva. La ciencia, y eso también lo estamos viendo ahora, no puede trabajar ajena a la discusión ética, a la propia discusión política, como no es ajena a la cuestión de su propio coste y financiación. Y eso, el que la ciencia no debe creer que puede con todo sola, también debe ser objeto de divulgación.     

Otra enseñanza de esta crisis es que hoy en día “todo” llega más fácil y a más gente, especialmente a a través del ciberespacio y de las redes sociales y que, si queremos que el conocimiento científico llegue a la población, pero se convierta en “información”, hay que usar esos medios pero, también, comprender su funcionamiento y sus límites. Es indiscutible que Internet es un extraordinario aliado para la divulgación científica y que algunas de sus características como la simplicidad y bajo coste para la difusión de contenidos, su popularización universal, la posibilidad de interacción entre emisor y receptor, la utilización de imagen y otros contenidos multimedia, van a incrementar significativamente  la divulgación y popularización de la ciencia tal y como ha ido sucediendo en los últimos años con el éxito de los divulgadores científicos en podcast, redes sociales, etc. Pero también hemos visto en esta crisis como la desinformación vuela por el ciberespacio, y que la ciencia puede ser una víctima especialmente adecuada de noticias falsas, falsas noticias, verdades a medias y otras formas de manipulación informativa. En este contexto es evidente la necesidad tanto de informar con rigor y seriedad, de convertirse en una referencia de información científica seria en el ciberespacio, como de hacerlo adoptando los nuevos formatos de consumo digital, uniendo contenido e imagen para contar lo que los académicos descubren, lo que ponen en duda y lo que discuten acerca de la delincuencia, su impacto social y la respuesta del sistema penal a la misma. Al fin y al cabo, esto también es objeto de estudio científico por parte de las ciencias sociales.

PostC pretende asumir los retos de aunar fondo y forma para hacer la divulgación científica que necesita la sociedad Post Covid 19 en todo lo que tiene que ver con el estudio científico del crimen, de su respuesta jurídica, de su control formal e informal, etc. La criminología, el estudio del crimen y de su respuesta, necesitan buena información y evidencias científicas para poder ser comprendida, para poder, en definitiva, entender su alcance científico y epistemológico. El conocimiento científico del crimen estudiado y analizado por la criminología y otras ramas del conocimiento que se preocupan por este fenómeno no puede permanecer ajeno a la ciudadanía en una sociedad como la actual, caracterizada por el consumo de información, del uso de las tecnologías de la información y la abundancia de mitos y prejuicios entorno a este fenómeno. Siempre ha sido necesaria, pero ahora más que nunca, la divulgación de todos aquellos estudios que tratan de explicar la delincuencia, de contextualizarla, de definir las mejores formas de prevención y tratamiento de la misma, de medir y comparar sus impactos y los efectos de las diferentes respuestas posibles a la misma, incluyendo las respuestas político criminales posibles.

Ante las preocupaciones evidentes de la ciudadanía por diferentes formas de delincuencia, pero también por el impacto que algunas de las respuestas de los sistemas de control formal tienen en derechos y garantías, creemos esencial que la investigación científica deje de estar centrada en los poderes públicos o en los propios científicos y académicos, y se de paso a una mayor comprensión de esta a una ciudadanía lega pero preocupada por lo que sucede a su alrededor. Los científicos sociales, los juristas y filósofos que analizan instituciones como el castigo, los académicos en general ocupados del crimen y la respuesta el mismo, tenemos en ello un papel fundamental, y no solo debemos preocuparnos por llevar a cabo investigaciones científicas destinadas a ser comunicadas en un foro científico, sino que tenemos una responsabilidad social y de servicio público que incluye el trasladar a la sociedad nuestras investigaciones e informar sobre su significado. Creemos, además, que ante la cantidad de desinformación que existe en torno al crimen y su tratamiento, y la explotación en ocasiones simplista y contradictoria con las evidencias científicas que los  medios de comunicación llevan a cabo de la delincuencia, y el aprovechamiento que de todo ello hace en ocasiones la clase política, los académicos no podemos responder sólo con “papers” e “índice h” sino que tenemos que hacerlo con información clara y directa para, desde la humildad de lo poco que sabemos, tender puentes, establecer una comunicación directa con aquellos interesados por el crimen y mitigar los mensajes sobre el crimen minados de las interferencias de la mala información.

PostC viene, pues, y en cierta medida, a cubrir un hueco de divulgación científica académica que aún no estaba ocupado: el que quedaba para un tipo de divulgación científica digital y moderna, pero rigurosa y eminentemente académica, centrada en el crimen, su impacto social y la respuesta al mismo. La criminología siempre ha sido objeto de divulgación, aunque más en relación con su fama adquirida en programas de televisión y series norteamericanas que como lo que es como disciplina científico social: el empleo del método científico para determinar las causas de la delincuencia, establecer soluciones y determinar los impactos de la respuesta estatal a la delincuencia, así como las mejores formas de prevenirla y tratarla. Y ese es el campo sobre el que quiere divulgar PostC, siguiendo el ejemplo de múltiples iniciativas que nos han servido de inspiración. En particular no podemos obviar la magnífica labor llevada a cabo por el Boletín Criminológico del Instituto andaluz interuniversitario de criminología, impulsado por la sección de Málaga desde 1994 y que sigue en su máximo esplendor en la actualidad, y que siempre ha tratado de contar y acercar la mejor investigación científica a la sociedad. Otro tipo de formato y enfoque, más crítico e informal y menos académico-científico, adoptaba CrimyJust, interesante iniciativa de divulgación sobre crimen y justicia que, entre otras cosas, ayudó a jóvenes investigadores en criminología a dar visibilidad a sus primeras investigaciones y reflexiones criminológicas, cosa que creemos que debería recuperarse y trataremos de hacerlo en PostC. Y hay otras fuentes de inspiración de PostC, aunque estén en ámbitos algo más alejados o específicos. Así en relación con el Derecho podríamos citar el Blog de Almacén del Derecho, donde se hace una divulgación estupenda sobre cuestiones relacionadas con el ordenamiento jurídico, y donde se producen discusiones entre juristas de reconocido prestigio que no solo sirven para la ciudadanía lega, sino para los propios académicos. La forma en la que mezclan calidad técnica y divulgación hemos intentado copiarla para nuestra revista. Después hay excelentes podcasts que nos han inspirado, como Probable Causation de Jennifer Doleac, centrado en el estudio económico del crimen y la justicia, o Reducing Crime el podcast de Jerry Ratcliffe centrado en el análisis del crimen y el estudio de la actividad policial. Pero tampoco podemos negar ni olvidar la labor de las revistas científicas y académicas de nuestro país que ayudan a configurar nuestra ciencia, y sobre las que nos hemos basado para la parte más académica de PostC. PostC no pretende sustituir a ninguno de estos formatos, pero sí es dar un paso más allá en dos sentidos. Por un lado, a nivel de contenido pretendemos crear una divulgación muy cercana a lo académico. Hemos resaltado la importancia de trasladar a la ciudadanía el resultado de los estudios, investigaciones y opiniones expertas, pero también creemos que en la realización de esta tarea no debemos perder por el camino el carácter científico-técnico y académico. Creemos necesaria una divulgación científica, que ponga el acento en dicho adjetivo y que, a su vez, sea asumible por el público preocupado por el crimen y su estudio científico. Por otro, a nivel formal pretendemos acercarnos a los nuevos canales de comunicación. En este sentido, queremos aprovechar las oportunidades que nos da el ciberespacio para convertirlo en un lugar de encuentro entre los académicos y la ciudadanía, y ello pasa por realizar la divulgación en los nuevos formatos que facilitan su consumo. Por este motivo, en PostC hemos apostado por la divulgación en formatos como los minipapers, los videopodcast, la fotografía, los webinars, entre otros. Queremos, en definitiva, contar la ciencia para todos sin renunciar a la perspectiva académica y técnica aprovechando el potencial divulgativo de las nuevas plataformas online, y con un espíritu divulgativo formativo, pero también crítico.

Por último, y como el propio nombre viene a indicar (aunque pueda querer expresar más cosas de las evidentes) la revista de divulgación PostC nace como idea en una pandemia que puede cambiar nuestra vida en muchos sentidos y lo hace para participar en el proceso de transformación que sólo ha empezado: mientras volvemos a la normalidad, que estará en algún lugar entre el pasado que recordamos y el futuro que esperanzamos, PostC nace para que, confinados o no, podamos informarnos seriamente sobre el crimen, sus causas, sus contextos, sus matices, sus tratamientos, sus impactos y efectos, pero también sobre la justicia penal y sus límites, sus consecuencias, sus efectos directos e indirectos. Crimen, ciencia y sociedad contados digitalmente por los que lo estudian y para todos aquellos a los que les preocupa e interesa.

 

Referencias

BUNGE, M. (2017). Elogio del cientificismo. Pamplona: Ediotrial Laetoli. 

CHALMERS, A. (1992). La Ciencia y cómo se elabora (Traducción de PÉREZ SEDEÑO, E.). Siglo XXI de España Editores. 

DIEGUEZ, A. (2020). ¿Existe el ‘método’ científico? Filosofía y ciencia en el siglo XXI. El Confidencial, 16/06/2020. Puede consultarse en: https://blogs.elconfidencial.com/cultura/tribuna/2020-06-16/metodo-cientifico-filosofia-ciencia_2639264/

LÓPEZ OTIN, C. (2016). El insoportable peso de la levedad científica. Claves de razón práctica, (249), 12-21.

PERDIGUERO-GIL, E. (2016). Historia de la Ciencia y Periodismo Científico: una relación necesaria y fructífera. Ciencia y Periodismo. Una es de Marte y otra es de Venus. XV Jornadas Internacionales de Innovación en Periodismo 2019. Elche: Editorial de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Fernando Miró Llinares
Fernando Miró Llinares

Catedrático de Derecho Penal de la Universidad Miguel Hernández

Director del Centro de investigación CRÍMINA para el estudio y prevención de la delincuencia en dicha universidad. Actualmente es miembro ejecutivo de la Junta Directiva de la Sociedad Europea de Criminología y presidente de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Investigación Criminológica.

Ana Belén Gómez Bellvís
Ana Belén Gómez Bellvís

Investigadora predoctoral en el Centro de investigación CRÍMINA

Investigadora predoctoral en el Centro de investigación CRÍMINA para el estudio y prevención de la delincuencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

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