La presencia de población que expresa inseguridad es un asunto constatado por numerosas investigaciones realizadas en entornos urbanos a nivel internacional, y uno de les fenómenos ampliamente tratados en la literatura de investigación social y criminológica desarrollada en los últimos cuarenta años (entre muchos, Skogan y Maxfield, 1981, Hale 1996, Warr, 2000). A lo largo de estos cuarenta años, los análisis empíricos sobre las causas y las consecuencias de la inseguridad urbana han constituido un área relevante de investigación en la sociología urbana y la criminología, al mismo tiempo que un eje clave de las políticas públicas de seguridad y prevención de las ciudades (Informe Socías, 1986; González, Murrià, Sobrino, 2019).
En el caso de la ciudad de Barcelona, con una larga tradición de análisis de la seguridad a partir de su histórica encuesta de victimización, está ampliamente constatado que el nivel de seguridad que la población atribuye a su barrio no se distribuye aleatoriamente. Al contrario, se observan regularidades tanto respecto los perfiles demográficos y sociales de las personas que experimentan alguna forma de inseguridad, como respecto a la distribución territorial de estos temores (Murrià, Sobrino, González, 2020). Teniendo en cuenta entonces que el grado de seguridad que las personas atribuyen a su barrio de residencia se inscribe en un marco de procesos urbanos y de trayectorias vitales particulares, la Dirección de Servicios de Prevención del Ayuntamiento de Barcelona encargó un estudio sobre la percepción de inseguridad en los barrios de la ciudad al equipo del Área de Convivencia y Seguridad Urbana del IERMB[1].
Objetivos
El proyecto tenía una doble finalidad. A nivel estratégico, ampliar el conocimiento sobre la inseguridad en la ciudad. A nivel operativo, avanzar en el diseño de un sistema de detección avanzada (una especie de early warning system) mediante indicadores de seguimiento territorializados. Para ello, se debía realizar un análisis con el objetivo de determinar qué elementos influyen a una diferente vivencia de la seguridad en los barrios barceloneses. Concretamente, identificar los factores individuales (sexo, edad, experiencias de victimización y de conflicto, percepción sobre problemas en el barrio …) y los factores territoriales (estructura urbana, social y funcional de los barrios, localización de delitos e incidencias, delictivas, …) que pueden producir que algunos barrios de la ciudad no estén ofreciendo unos niveles de seguridad suficientes según su población residente.
Metodología
El estudio se llevó a cabo a partir de la combinación de diferentes fuentes de información. Como fuente de datos principal se empleó la Encuesta de Victimización de Barcelona, en su edición de 2018. Con una muestra de 4.000 personas, la encuesta aporta información sobre las experiencias de victimización, la percepción de seguridad, percepción de los principales problemas del barrio y la existencia de conflictos de convivencia. Se emplearon también datos provenientes de registros administrativos, concretamente delitos conocidos por la policía (Mossos d’Esquadra), demandas e incidencias gestionadas por la policía local (Guardia Urbana de Barcelona) e incidencias y demandas ciudadanas gestionadas por el Ayuntamiento Barcelona y relacionadas con el estado y los usos del espacio público, la convivencia y las demandas de seguridad. Los datos recabados, también del 2018, supusieron el tratamiento y armonización de aproximadamente 300.000 registros. Finalmente, se utilizaron estadísticas municipales e información urbanística sobre demografía, usos del suelo y planeamiento urbano, ocupación, renta familiar y operaciones de compraventa de pisos.
Las técnicas utilizadas en el análisis fueron cuantitativas. En primer lugar, se realizó una estimación de área pequeña empleando el paquete SAE (Small Area Estimation) aplicando el método del mejor predictor empírico no lineal (EBLUP) (Molina, Marhuenda, 2015; Rao, Molina, 2015). Si bien la muestra de la Encuesta de Victimización permite la desagregación territorial de datos considerando los 10 distritos en que se divide la ciudad, era necesario contar con un indicador no sesgado que informase sobre la distribución de la percepción de inseguridad en los 73 barrios de la ciudad. Una vez calculados estos indicadores se procedió a realizar, en segundo lugar, distintos análisis de asociación entre la distribución territorial de la inseguridad con las características sociales y urbanas de los barrios, así como con la localización de delitos e incidencias. Más allá del análisis estadístico correlacional lineal, se emplearon modelos de regresión logística multinivel con el objetivo de interpretar la relación que se establece entre la percepción de inseguridad y variables que tienen más de un nivel de agregación (individual, barrio, distrito), controlando las interacciones que se establecen entre ellas.
Estimación de la inseguridad en los 73 barrios de la ciudad
De acuerdo con los datos de la Encuesta de Victimización de Barcelona, el año 2018 un 17,6% de la población barcelonesa afirmaba que el nivel de seguridad de su barrio era insuficiente. El cálculo de estimadores permitió establecer que, a pesar de que en todo el territorio había personas que afirmaban bajos niveles de seguridad, esta proporción quedaba por debajo del 20% en 44 de los 73 barrios de Barcelona. En cambio, se situaba por encima del 40% en otros cuatro: Ciutat Meridiana, Torre Baró, Vallbona y el Raval. En el resto del territorio, esta proporción se situaba entre el 20% y el 40%, es decir, superaba el promedio de la ciudad.
Figura 1. Proporción de población que se siente insegura (estimación para cada barrio). Barcelona, 2018.
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Victimización de Barcelona y Cifras oficiales de población a 1 de enero de 2018.
Características urbanas, sociales y demográficas e inseguridad percibida
La distribución territorial de las estimaciones sugería una cierta agrupación territorial de la percepción de inseguridad. No obstante, más allá de su contigüidad geográfica, estos barrios reúnen condiciones urbanísticas, sociales y demográficas muy diferentes, así como hechos delincuenciales. Así pues, más que la agrupación y caracterización de clústeres territoriales distintos entre sí, la cuestión era identificar qué procesos y factores tenían en común estos lugares. Se realizaron así diversos análisis exploratorio-correlacional a partir del cual se constató que la inseguridad en estos barrios no resulta sólo de relaciones urbanísticas sino también sociales.
Las características espaciales que se asocian significativamente con la inseguridad son sobre todo aquellas que tienen un impacto negativo en la dimensión residencial (concentración y especialización residencial, viviendas pequeñas, vida en muy alta densidad, …) y las limitaciones que la estructura urbana impone al uso social de los espacios cercanos a la vivienda (discontinuidades, límites y vacíos urbanos). Así pues, la seguridad en los barrios estaría fuertemente relacionada con el bienestar que resulta de vivir y de utilizar sus espacios, lo que atañe a las características del sitio en sí, pero también los aspectos económicos y sociales.
En efecto, los barrios son algo más que un mero conglomerado de calles, edificios y de funciones. También son un sistema de relaciones sociales implicado en el proceso vital de las personas que allí viven y utilizan los espacios. Así, cuando se examinaron las características del contexto socio-residencial emergió una asociación significativa entre los niveles de paro y la percepción de inseguridad, mucho más fuerte que con el nivel de renta. El dato es coherente porque si bien la situación de paro laboral reduce los ingresos, también tiene otros efectos en la vida cotidiana de los barrios. Allí donde el desempleo es mayor también es donde hay más personas jóvenes y adultas con una rutina horaria que no sigue los ritmos diarios que impone la actividad laboral y con unas pautas de movilidad basadas en el localismo, contribuyendo así a visibilizar con su presencia la deriva económica de aquellos barrios.
En este sentido, se observó también una asociación estadísticamente significativa entre el crecimiento de la población y la inseguridad, lo que podría estar indicando que en algunos barrios la inseguridad estaría aumentando por la atracción residencial que ejercen estos barrios entre personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social. De hecho, en los barrios menos seguros es donde los precios del alquiler son más bajos, también es donde se realizaron menos operaciones de compraventa durante 2018, y las que se realizaron implicaban viviendas de menor superficie y precio. También se pudo comprobar cómo, desde el año 2014, la población de estos barrios se había incrementado a un ritmo que triplicaba al del resto de la ciudad.
La evolución demográfica y residencial de Barcelona, asociada tanto a la intensidad como a la internalización de sus movimientos migratorios, así como a la posterior crisis económica, se han concretado demográficamente en la dispersión residencial de una parte notable de la población, en unas dinámicas que no siempre han reequilibrado el territorio sino intensificado las desigualdades y afectado a la seguridad percibida.
Localización de incidencias y delitos e inseguridad percibida
También se examinaron las quejas e incidencias que la población reportó tanto a la policía local como al propio Ayuntamiento. De entre las más de 187.000 incidencias reportadas, solamente se pudo constatar una asociación territorial con la percepción de inseguridad con algunos tipos. Concretamente, en estos barrios se produce un mayor volumen de comunicaciones relacionadas con el mantenimiento del espacio público (especialmente con el estado del mobiliario urbano, de las zonas de paso, así como de los parques y plazas), con las quejas por tráfico y consumo de drogas, por peleas y presencia de personas en la callen que “dan miedo” y, finalmente, los conflictos en la convivencia en edificios y escaleras de vecinos.
Cuando se examina la localización de delitos conocidos por la policía autonómica y la inseguridad, no se establece una asociación territorial significativa cuando los tipos delictivos se tratan de forma agregada. Sin embargo, los resultados permitieron constatar que la incidencia de delitos contra las personas con ciertas dosis de violencia (especialmente las amenazas, lesiones y los malos tratos en el ámbito del hogar) y los delitos contra el patrimonio (especialmente la ocupación de inmuebles) son significativamente mayores en los barrios donde viven más personas inseguras.
Interacción entre factores individuales y contextuales
La vida en algunos barrios de la ciudad genera más inseguridad que en otros, y es por ello por lo que también se analizó hasta qué punto son las idiosincrasias personales (perfil social y demográfico, opiniones y experiencias de la población) o las características territoriales (los delitos y los incidentes que allí se detectan, las estructuras físicas y residenciales) las que explican estas variaciones. Mediante la imputación de los datos territoriales a la encuesta de victimización, se construyó una matriz en base a la cual se realizaron regresiones logísticas multinivel. Entre los datos agregados se consideraron aquellos que habían mostrado mayor asociación territorial con la percepción de inseguridad, aunque no todos ellos permanecieron como significativos cuando interactuaron entre ellos y con las variables individuales.
El modelo nulo, que contiene únicamente una variable respuesta y el intercepto o punto de corte, es el punto de partida del modelado multinivel a partir del cual se van evaluando los aportes de los modelos más elaborados. Los resultados mostraron que hasta el 10% de la variación total de la inseguridad se puede atribuir a efectos contextuales de barrio. Se trata de unas cifras coherentes con otros estudios realizados en contextos urbanos tan variados como Estados Unidos (Wyant, 2008; Taylor, 1997), Suecia (Lindstrom et al., 2003) o Canadá (Fitzgerald, 2008). Sin embargo, se observa que la mayor parte de las explicaciones que atañen al sentimiento de inseguridad provienen del nivel individual: en el caso de Barcelona el 90% de las variaciones dependían de estos factores individuales.
El primer modelo constató que la edad de la población está fuertemente relacionada con la inseguridad que se atribuye a los barrios si bien esto nada tenía que ver con la vulnerabilidad de las personas mayores, al contrario, eran las personas adultas las que presentaban una mayor tendencia a la inseguridad. El nivel de instrucción y de ingresos son también significativos, pero en este caso la relación se expresa de forma negativa: se sienten más inseguras las personas con unos menores niveles de ingresos y de estudios. Desde una perspectiva de género resulta vital comprobar que las mujeres también se saben más expuestas y tienden a atribuir más inseguridad al barrio que los hombres. Una cuestión también significativa es que la propensión a la inseguridad es mayor entre aquellas personas que hace tiempo que viven en el barrio.
En el modelo 2 se observa que las personas que mantienen vínculos débiles con los vecinos y las vecinas de edificio expresan niveles de temor más elevados que aquellas que definen sus relaciones vecinales como positivas. Así pues, la inseguridad es decididamente más elevada cuando las relaciones vecinales de convivencia se tensan o articulan en torno al conflicto. La relación anterior no es necesariamente cierta cuando el marco espacial de referencia que se adopta es la convivencia en las calles, como se comprueba en el modelo 3. Las personas que han experimentado alguna forma de conflicto en el uso del barrio tienden a declarar mayores niveles de inseguridad que aquellas que no se han visto expuestas a estas situaciones. Sin embargo, esta relación es débil y deja de ser significativa cuando se consideran otros factores. En este sentido es importante observar que las personas con mayor tendencia a señalar carencias en la seguridad de su barrio también manifiestan mayores niveles de malestar y de insatisfacción respecto al estado de mantenimiento de sus calles, y experimentan unos mayores niveles de ruido y de conflictos interpersonales derivados del uso de los espacios del barrio.
En el modelo 4 se incorporaron al modelo las experiencias de victimización acaecidas a la población en su barrio de residencia. Los resultados mostraban que en la percepción de seguridad resultan de gran importancia aquellos hechos que afectan a los domicilios y los que conllevan alguna forma de violencia interpersonal. El modelo 5 incluye las variables contextuales, incorporando así las características urbanísticas y socio-residenciales al análisis. Un primer resultado interesante resulta al apreciar que variables que emergían como significativas en el análisis estadístico correlacional dejaron de serlo cuando se incorporaron al modelo. Este es el caso de las variables relacionadas con la renta, el desempleo y el crecimiento de la población. Una segunda cuestión para destacar es la relevante relación que se establecía entre las condiciones de la vivienda y del entorno residencial con la atribución de bajos niveles de seguridad al barrio. Las expresiones de inseguridad son más propensas en aquellos tejidos residenciales que concentran una mayor proporción de viviendas pequeñas en áreas que presentan un desbalance territorial por la presencia de vacuums espaciales (grandes infraestructuras, superficies industriales o forestales). Cuando se incorporaron las variables de estructura urbana, tanto la victimización como las experiencias de conflicto vecinal mantuvieron su poder explicativo, así como las percepciones que se tienen sobre el entorno físico y social del barrio.
Por último, en el modelo 6 se añadieron las incidencias registradas en el barrio por la policía y el Ayuntamiento, así como los ilícitos penales conocidos por la policía. En este caso se mostraron como significativas las demandas e incidencias relacionadas con el mantenimiento de las zonas de paso y por la presencia de coches abandonados. La propensión a la inseguridad también se mostró mayor en aquellos barrios con una mayor incidencia de delitos en el ámbito familiar, si bien el análisis de las tasas brutas mostraba que, de todos los delitos incluidos en este factor, únicamente la ocupación de inmuebles y la usurpación de suministros se relacionaba de forma significativa con la inseguridad.
Figura 2. Factores individuales y territoriales de la inseguridad en Barcelona, modelos de regresión multinivel
Conclusiones: las cuatro dimensiones de la inseguridad en los barrios barceloneses
La finalidad del estudio era examinar qué factores motivan que una parte de la población barcelonesa estuviese expresando que el nivel de seguridad en su barrio no fuese suficiente o adecuado. Para examinar cómo se había conformado esta vivencia de inseguridad se debían considerar tanto la influencia de los atributos sociodemográficos individuales de sus moradores como las características contextuales propias de cada barrio. Esto último requería recopilar y considerar diversas características socioeconómicas, demográficas, urbanísticas y criminológicas obtenidas de diversas fuentes.
El examen y el posterior análisis de estas informaciones mediante modelos de regresión multinivel permitió constatar que, incluso después de considerar las condiciones socioeconómicas de los barrios, hay toda una serie de elementos que aumentan considerablemente la probabilidad de experimentar el barrio con poca seguridad y que éstos se podrían articular considerando cuatro dimensiones.
La primera dimensión se relaciona con el ámbito de la convivencia residencial.
- Las víctimas de un robo o intento de robo de domicilio son las más propensas a experimentar con inseguridad su barrio, lo que sugiere que la protección de estos bienes debe ser una de las prioridades de las políticas de prevención y de promoción de la seguridad en la ciudad.
- Las dificultades y los problemas que surgen en la convivencia vecinal se relacionan también con una mayor propensión a la inseguridad. La mayoría de estos conflictos son fuente de molestia o de malestar, pero una parte significativa remiten a problemas sociales graves que son motivo de inseguridad.
- Las desigualdades en el acceso a la vivienda son uno de los principales mecanismos a través del cual la renta y la pobreza estarían incidiendo actualmente en la seguridad de los barrios: las viviendas más pequeñas son también las de menor precio, y los modelos han recogido los efectos agregados que se derivan de la atracción poblacional que estarían ejerciendo algunos barrios sobre personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica, expresada también bajo la forma de ocupación de viviendas.
En la vivencia de seguridad en los barrios la adecuación del entorno próximo a la vivienda también influye de forma sustancial, sobre todo las percepciones que tienen los vecinos respecto al grado de desorden físico (suciedad, mantenimiento, …) y a la no adecuación de las calles:
- Las señales de desorden físico, es decir, la sensación individual que el barrio no está suficientemente limpio y cuidado incide en la percepción de seguridad. Las variables contextuales también reflejan esta relación, y se observa una mayor probabilidad a suspender la seguridad en aquellos barrios donde se detecta una mayor incidencia de quejas y reclamaciones por la presencia de suciedad y de objetos sin recoger, de vehículos abandonados y problemas de mantenimiento de las zonas de paso.
- La probabilidad sentirse inseguro es mayor entre las personas que residen en barrios donde hay dificultades para vertebrar calles y vías adecuadas para el desplazamiento a pie. La intervención sobre los vacuums urbanos y la ciudad caminable son un factor clave en la vivencia de la seguridad, y actualmente un objetivo común a las políticas de prevención, diseño urbano, movilidad y salud.
Los resultados apuntan a un tercer factor de inseguridad que resulta del uso que se hace de los espacios cercanos al lugar de residencia.
- La percepción individual del nivel de desorden social explica una parte estadísticamente significativa de la seguridad que se atribuye a los barrios.
- En cuanto a la localización de incidencias, la inseguridad en los barrios se articula sobre todo en relación a tres situaciones: personas que con su presencia generan molestias, el tráfico y el consumo de drogas, las peleas en el espacio público.
Finalmente, la actividad delictiva es un cuarto factor, si bien la propensión a considerar el barrio como un espacio poco seguro se sustenta menos en la concentración geográfica de hechos o delitos (la percepción del riesgo en el barrio) que en la propia experiencia personal de haberse convertido en víctima de un hecho delictivo en el barrio (la exposición al riesgo). Concretamente, la percepción de inseguridad es mayor entre aquellas personas que se han visto expuestas a un robo de bienes personales en el barrio, y es especialmente alta cuando los hechos han implicado alguna dosis de violencia (atraco, tirón, …). También expresan mayores niveles de temor aquellas personas que han sido víctimas de un hecho contra su vehículo cuando éste estaba aparcado en el barrio, es decir, en la proximidad al domicilio.
A nivel individual, los resultados también mostraron que el género es una variable del todo significativa en la vivencia de seguridad en los barrios y la necesidad de abordar estas situaciones con esta perspectiva. También que la propensión a considerar el barrio como un espacio poco seguro es más común entre la población adulta, con un estatus económico y educativo bajo, pero con cierto arraigo temporal a su domicilio, lo que parece indicar que son estos segmentos de población los que estarían topando con más dificultades en la convivencia o bien una mayor voluntad crítica y de temor a los procesos sociales que se dan en sus barrios de residencia.
Referencias
Ajuntament de Barcelona (1986) Municipio y Seguridad. Estrategias para una política de seguridad urbana. Informe Socías. 1986.
Fitzgerald, R. (2008). Fear of crime and the neighbourhood context in Canadian cities. Crime and Justice Research Paper Series. Statistics Canada Catalogue no. 85-561-M, no. 13.
González, C., Murrià, M., Sobrino, C., Ruiz, N. (2019). Factors de la inseguretat als barris de Barcelona: evidència empírica i orientacions. Informe de l’Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona. Consultable en: https://iermb.uab.cat/ca/estudi/factors-de-la-inseguretat-als-barris-de-barcelona-evidencia-empirica-i-orientacions/
Hale,C. (1996). Fear of crime; a review of the literatura. International Review of Victimology, 4(2), 79-150.
Lindstrom, M., Merlo, J. Östergren. P.O.(2003). Social capital and sense of insecurity in the neighbourhood: a population-based multilevel analysis en Malmö (2003), Sweden, Social Science and Medicine, volume 56, Issue 5, , Pp 1111-1120.
Molina I., Marhuenda, Y. (2015). An R Package for Small Area Estimation. The R Journal,7(1), 81–98.
Murrià M., Sobrino, C., González, C. (coord) (2020). 30 anys de l’Enquesta de Victimització de l’Àrea Metropolitana de Barcelona, AMB i IERMB.
Rao, J.N.K., and Molina, I. (2015). Small Area Estimation. Hoboken Wiley.
Skogan, W.G. y Maxfield,M.G.(1981). Coping with crime. Sage
Taylor, P. y Perkins, D. (1997). Ecological assessments of community disorder: their relationship to fear of crime and theoretical implications. American Journal of Community Psychology, 24(1), 1-45.
Warr, M. ( 2000). Fear of crime in the United States: Avenues for research and policy, Criminal Justice 2000(4), 451-489.
Wyant, B. R. (2008). Multilevel Impacts of Perceived Incivilities and Perceptions of Crime Risk on Fear of Crime: Isolating Endogenous Impacts. Journal of Research in Crime and Delinquency, 45(1), 39–64.
[1] El Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB) es un consorcio público situado en el campus de Bellaterra de la UAB y adscrito al Área Metropolitana de Barcelona, que tiene por objeto desarrollar actividades de investigación, formación y difusión en el ámbito urbano, social, ambiental, económico y territorial del área y la región metropolitana de Barcelona.