El cyberstalking es un fenómeno que vamos conociendo mejor cada día, ya que son cada vez más las investigaciones empíricas que se centran en él. Aunque la definición del concepto es conocida por todos, consideramos importante volver a recordar que el cyberstalking consiste en el acoso o acecho a otra persona a través del uso de Internet, del correo electrónico, u otros dispositivos electrónicos de comunicación (Willard, 2004). La Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en su informe del 2014 describió las conductas que engloban este fenómeno, incluyendo en estas las falsas acusaciones, la vigilancia, las amenazas, el robo de identidad, los daños al equipo de la víctima o a la información que en él contiene, el uso de la información robada para acosar a la víctima o los mensajes acusatorios o vejatorios, entre otras.
Este fenómeno es el eje central de la investigación que se está llevando a cabo en el Instituto de Criminología de la Universidad de Málaga a través de un proyecto FEDER, el cual analiza el ciberacoso que tiene lugar en las relaciones de pareja juveniles[1].
Uno de los instrumentos metodológicos que inicialmente se iban a utilizar para la realización de este proyecto de investigación era la entrevista semiestructurada. Nuestra intención era comprobar de primera mano las características del fenómeno, debido a que este tipo de instrumento puede ofrecer más información de carácter cualitativo que cualquier otra técnica de investigación.
A pesar de los muchos intentos realizados por diferentes medios, sólo conseguimos realizar una entrevista. Se trata de una entrevista que plasma con increíble verosimilitud un caso de cyberstalking, y que nos permite identificar muchas de sus características. El objetivo de este breve artículo es describir las características interaccionales del cyberstalking entre parejas juveniles a partir de la entrevista. Como es lógico, no se van a exponer datos personales, salvo la edad de la chica quien, en el momento en el que la entrevista tuvo lugar, tenía 20 años y a la que, a partir de ahora, vamos a llamar Sara. Para conocerla un poco, Sara se define como una chica alegre, nerviosa, pero tímida, quien tiene muchos conocidos, pero pocos amigos. Debemos señalar que Sara sufrió cyberstalking con su segunda pareja. Su primera relación estable fue con tan sólo 14 años, duró alrededor de un año y, según nos cuenta Sara, se rompió por motivos sin importancia, debido a que ambos eran muy jóvenes e inmaduros. Al terminar la relación con su primer novio, ella pensaba que ya no iba a tener más parejas, que iba a estar soltera para siempre. Pero cuando cursaba los estudios de bachillerato, conoció a un chico, al que vamos a llamar Adolfo, que iba a su clase y quien llamó su atención.
A través del relato de Sara vamos a abordar las siguientes características interaccionales:
-
La edad: factor asociado a la prevalencia de la violencia física
Han sido muchos los estudios que se han centrado en encontrar los factores de riesgo de la violencia, encontrándose entre éstos la edad. Diversas investigaciones corroboran que la violencia física aumenta su prevalencia entre los 15 y los 25 años y disminuye en el resto de las edades (Rodríguez, 2007). Sara se encuentra dentro de este tramo de edad cuando comienza la relación que vamos a relatar, ya que tiene unos 16 años cuando comienza dicha relación.
-
Los mitos del amor romántico
Los mitos del amor romántico son aquellas creencias que existen sobre la naturaleza del amor, entre los que encontramos el mito de la media naranja (idea de que en alguna parte del mundo hay alguien predestinado para nosotros), el de la exclusividad (es imposible estar enamorado de dos personas a la vez), el de la fidelidad (si se ama de verdad a la pareja, tus deseos pasionales deben satisfacerse con esa persona) o el del matrimonio (el amor y la pasión debe llevar a la unión estable) entre otros (Merino, 2016). Existen estudios que afirman que las agresiones permanecen en estas relaciones debido a estas creencias (Rbuio-Garay, et. al., 2015).
Recordemos que Sara conoció a Adolfo poco después de romper su primera relación y que pensaba que no tendría más parejas. Pero ella veía a este chico muy interesante, muy divertido, muy sonriente, tenía muchos amigos y le gustaba llamar la atención. Sara señala que nunca le habían llamado la atención los chicos que “iban de chulos”, pero que no sabía cómo explicar que, en ese momento, le atraía que él fuera el centro de atención. Sólo habían pasado unos meses desde que lo había dejado con su anterior novio cuando comenzó a salir con Adolfo. Ella no quería empezar otra relación, pero Adolfo “era el príncipe azul, me trataba super bien, me hablaba genial, era muy caballero, me trataba como la mejor”. Es esta descripción donde se puede ver una clara descripción del ideal del amor romántico.
-
El ciclo de la violencia
Cuando se habla de violencia de género es normal hablar del ya conocido ciclo de la violencia (Walker, 1979) que describe el desarrollo de la violencia de género. Está compuesto por tres fases: fase de tensión o acumulación (escalada gradual de la tensión, durante la cual la irritabilidad del hombre va en aumento sin motivo comprensible y aparente para la mujer), fase de agresión (descarga incontrolada de las tensiones que se han ido acumulando, y que llevan a que se produzca un incidente agudo de agresión) y fase de calma o remisión (denominada también de luna de miel, momento en el que desaparece la violencia y la tensión).
En 2015 (Rubio-Garay, et. al., 2015)
se llevó a cabo una revisión de las variables que se asocian a la violencia en las relaciones de noviazgo de los adolescentes. Los autores encuentran que, en los adolescentes, esta violencia comienza de forma gradual y progresiva, a través de humillaciones, aislamiento y otras actitudes que buscan el poder y el control. Además, puede darse de forma independiente o junto a agresiones físicas. Los autores también señalan que, uno de los motivos por los que suelen permanecer, es debido a la creencia en los mitos del amor romántico.
Volviendo a la historia de Sara, se puede comprobar que sigue los indicadores teóricos paso a paso. Una vez que comienzan la relación, este chico le dice que sus amistades la controlan muchísimo y que siempre quieren estar con ella, incluso si sus amigos le decían de hacer planes juntos y él no quería, Sara le hacía caso a él, ya que “Adolfo era perfecto y lo quería mucho en ese momento”. Esta situación nos demuestra cómo Adolfo va apartándola poco a poco de sus amigos.
Aunque estas situaciones se repetían, ella señala que el primer problema de la relación aparece cuando llevaban unos seis meses juntos. Durante una feria, a las cinco de la mañana, él la llama y le dice que le ha sido infiel y que la relación termina ahí. Cuando hablan sobre ello al día siguiente, él le dice que no estaba bien con ella porque hay cosas que no le gustan de ella, incluso le confiesa que tiene una lista donde apunta los defectos de ella. Lo dejaron durante una semana, y retomaron la relación porque él la llamó arrepentido. De este modo comienza la dinámica de una relación de idas y venidas.
Pero ya no hubo vuelta atrás, ni nada volvió a ser lo mismo. A partir de ese momento, todo cambió en la relación. Él le decía constantemente que todo lo hacía mal, que siempre necesitaba de su ayuda para hacer cualquier tipo de cosa, la minusvaloraba para destacar él. Sara nos relata algunos ejemplos, como cuando se le tostó un poco una tortilla de patatas y Adolfo le recriminó que no sabía cocinar, que no sabía hacer nada: “si no sabes hacer ni una tortilla sola… siempre tienes que tener mi ayuda” o cuando ella lo ayudaba a estudiar, Adolfo le decía que, si suspendía, era culpa de ella que no sabía explicar bien, recalcando siempre “es que no sabes hacer nada”. Con esta actitud se puede ver cómo él debilitaba su autoestima y la hacía dependiente de él, tanto que en ese momento de la entrevista Sara dice que siempre que necesitaba ayuda de algo, acudía a él, porque era el que lo hacía todo bien. Tras varios acontecimientos en los que él seguía debilitando la autoestima de Sara, la relación se rompía y la volvían a retomar, debido a que él decía que no lo conocía, que había muchas cosas de ella que no le gustaban, pero Sara se volvía más dependiente de él e intentaba volver con Adolfo, ya que cuando estaba sin él, se sentía como una niña pequeña, no podía estar sola, lo necesitaba. De este modo, la relación cogió una dinámica en la que durante dos o tres días él le decía: “lo siento por hacerte esto este día, yo es que no me doy cuenta, pero es que yo te quiero muchísimo, es que eres la mejor…” y al día siguiente volvía a reprocharle algo que no le gustaba.
En el transcurso de este tiempo, estas actitudes machistas se fueron acentuando. Sara nos contó un episodio que ocurrió en el dormitorio de Adolfo. Ambos estaban sentados en la cama, discutiendo por una razón que Sara no recuerda en el momento de la entrevista, pero fue tal el enfado que produjo en él, que Adolfo le dio un puñetazo en la pierna. Como es un chico fuerte y lo hizo con todas sus fuerzas, le hizo un moratón a Sara, quien se asustó mucho y se fue a su casa. Al día siguiente él le pidió perdón y ella accedió a perdonarle mientras se repetía comentarios como “bueno, no pasa nada, es que él es muy agresivo así, pero luego se le quita y no pasa nada”. Pero poco tiempo después estas conductas se repetían, por ejemplo, él la empujaba y ella se volvía a decir “bueno me ha empujado porque estaba muy nervioso, pero no pasa nada”. Es en este momento de la relación, donde ya empiezan a aparecer las conductas violentas físicas.
Sara dice que delante de su familia y amigos era muy pacífico, muy relajado, muy caballeroso, que si necesitabas algo él te lo iba a dar, pero cuando estaba con ella a solas era completamente diferente. Cuando se enfadaban, tiraba su móvil (rompiéndole incluso la pantalla), también tiraba el teléfono de Sara. En una ocasión tiró la tele que había en la habitación, pegaba a las paredes, en definitiva, era muy agresivo con ella, llegando a darle empujones, tortazos en la cara y en el cuerpo. Estas conductas señalan un claro aumento de la violencia física.
-
Cyberstalking
Entre las conductas que son consideradas como cyberstalking se encuentran (Tokunaga & Aune, 2015): la hiper-intimidad (envío de mensajes cuyo fin es la búsqueda incesante de una relación), la amenaza (envío de mensajes con amenazas), la invasión (robo de información y/o vigilancia) y el sabotaje (poner en peligro la reputación de las víctimas con información verdadera o falsa a partir de rumores o chismes).
Existen otros estudios a nivel nacional que investigan este fenómeno desde dos tipos de conductas, las de agresión directa y las de control. Las primeras son aquellas con las que se pretende hacer daño a la pareja, tales como amenazas, insultos, o la difusión de información privada (incluyendo fotos o videos) y el robo de identidad (por ejemplo, la creación de un perfil de socio falso en una red social con la intención para causar daño) a través de medios electrónicos; las segundas son aquellas relacionadas con la vigilancia o la invasión de la intimidad de la pareja o expareja, por ejemplo, el control de las últimas conexiones a aplicaciones de mensajería (como WhatsApp) o el uso de contraseñas personales (Borrajo, et. al., 2015; Borrajo & Gámez-Guadix, 2016).
En estos estudios, son las conductas de control las que predominan sobre las de agresión directa con gran diferencia entre ambas.
Centrándonos en nuestro caso, Sara menciona que, cuando Adolfo empezó a ser más agresivo, también quería controlarla mucho, coincidiendo esto con los vaivenes de la relación. Ella narra que, como tenía mucha confianza con él le dio sus contraseñas, incluso las del banco, y él se las dio a ella, por lo que, de vez en cuando, se metía en sus redes sociales. En esos momentos, Sara pensaba “me trata mal, a veces me pega, pero luego me controla mucho y me quiere para él. No lo entiendo, pero claro, me controla porque es que me quiere mucho, entonces solo me quiere para él, es una prueba de amor”. Poco a poco fue controlando cada vez más lo que hacía Sara en sus redes sociales, si subía fotos, Adolfo miraba quien le comentaba o quien le daba me gusta y después se lo reprochaba, por lo que Sara tuvo que bloquear a chicos en sus redes. Estas conductas se mantuvieron durante unos nueve meses, tiempo que tuvo consecuencias para Sara. Adelgazó unos 5 o 6 kilos, siendo una chica ya delgada se notaba especialmente esa pérdida de peso, empezó a suspender en el instituto y se encerraba cada vez más en sí misma. Casi no salía de su habitación, dando a su familia la excusa de que estaba estudiando. Estos hechos hacen que Sara se dé cuenta de que “Adolfo no era bueno para ella” y decide terminar la relación, aunque reconoce que le costó mucho debido a que ella lo quería, sentía necesidad de estar con él pero, aun así, Sara decide dejar la relación definitivamente.
Pasados unos meses, Sara conoce a otro chico y empieza a quedar con él como amigos. El día de su cumpleaños, decide salir a cenar con este nuevo chico a un restaurante que le gustaba mucho y al que le había llevado por primera vez Adolfo. Se hizo una foto con este chico en el restaurante y la subió a Instagram. Al ver Adolfo el post empezó a insultarle a través de esta red social. Ella le contestó diciéndole “que estaba fatal de la cabeza, que qué le importaba a él que yo estuviera con otra persona en un restaurante. Yo dejé de contestarle en Instagram, y se pasó a WhatsApp, me habló en WhatsApp, le dije que me dejara en paz… Lo bloqueé en WhatsApp, me habló por Gmail. Me mandó cosas en Gmail, es que incluso creo que lo tengo ahí todavía…yo no le contestaba por Gmail…me habló en Wallapop… Todas las opciones posibles, incluso en un juego que teníamos, en el chat del juego…y tenía…bueno 40 llamadas…”.
A partir de ese momento, la conducta de su expareja empeoró: “también miraba las etiquetas, o sea, en Instagram las fotos en las que se me etiquetaban y cuando veía algo pues me lo decía y así era todos los días. Todos los días me hablaba por Gmail, por Instagram, por WhatsApp, por Wallapop… por todas las redes me hablaba y me decía de todo, insultos, me amenazaba con que si me veía con él por la calle me iba a matar. A mí no me importaba tanto que me amenazara a mí, era el hecho de que amenazara a mi pareja… por que empezó a amenazar a mi pareja y le decía que le iba a matar, que como lo viese por la calle es que lo iba a matar, que le iba a hacer de todo, que a su familia también, que incluso sabia donde vivía él y quería ir a su casa”.
-
Las consecuencias
Las consecuencias del cyberstalking no difieren de las que se producen con la violencia offline. Entre las más graves se encuentran el miedo, la ansiedad o el descenso del rendimiento académico (Gonzálex, Muñoz & Graña, 2003).
Como se ha visto anteriormente, estas consecuencias ya las ha estado sufriendo Sara, pero este acoso online hizo que empeorara la depresión que arrastraba desde antes de la ruptura, uniéndose también otras consecuencias como los suspensos en la Universidad, las ausencias a clases por la ansiedad que padecía o el miedo a salir de casa, incluso mentía a sus padres y nos les decía que Adolfo iba de madrugada a su casa.
-
Las denuncias
Por último, relacionado con las denuncias, existen estudios (Fissel, 2018)
que indican que las víctimas de anteriores parejas íntimas son significativamente menos propensas a denunciar a la policía estos hechos (OR =0.38) respectos a otros conocidos (OR = 0.30) o extraños (OR = 0.11). Esto coincide también con los datos que se están encontrando en la investigación que estamos llevando a cabo, donde vemos que, aun siendo muchos los jóvenes que afirman a través de cuestionarios que sufren este tipo de conductas, cuando se analizan las denuncias que se interponen ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son muy escasas y es en este hecho donde se debe trabajar con los jóvenes, para dar a conocer con exactitud las características del fenómeno y las opciones que existen al alcance de sus manos.
En el caso de Sara, su actual pareja la animó a denunciar los hechos, cosa que ella no hizo debido a la buena relación que mantenía con la familia de Adolfo. Esta situación fue aprovechada por Adolfo para seguir adulándola, asegurándole que iba a cambiar y prometiéndole viajes, conductas que duraron unos cinco o seis meses aproximadamente.
Para concluir este artículo nos gustaría señalar que toda esta situación termina gracias a que la actual pareja de Sara, cansado de la situación, habla con él y, además, Adolfo conoce a otra chica. Sara comenta que en la actualidad cuando coinciden por la calle la saluda como si no hubiera pasado nada, por lo que él nunca ha reconocido estas conductas de acoso, como mucho, le pidió perdón por las conductas violentas físicas, pero nunca por las realizadas de forma online. En el momento de la entrevista, Sara reconoce que ya se encuentra completamente recuperada de la depresión sufrida.
Como ya se dijo al principio de este artículo, el caso de Sara es un caso “típico”. Comienza con agresiones psicológicas leves, aumentando estas de forma gradual y progresiva, buscando siempre el acosador el poder y el control sobre ella. Cuando se producen las conductas violentas físicas, lo que en su mayor parte ocasiona la ruptura de la relación, comienza el acoso online, al no poder producirse el contacto físico.
Referencias
Willard, N (2004) [En línea]: An Educator’s Guide to Cyberbullying and Cyberthreats. Recuperado de: http://cyber-bully.org/docs/cbcteducator.pdf
Delegación del Gobierno para la Violencia de Género (2014). El ciberacoso como forma de ejercer la violencia de género en la juventud: Un riesgo en la sociedad de la información y del conocimiento. Madrid: Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad. Recuperado de https://violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/colecciones/pdf/Libro_18_Ciberacoso.pdf
Rodríguez, M.J. (2007). Violencia hacia la pareja: revisión teórica. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 7, 77-95.
Merino, M.E. (2016). Sexismo, amor romántico y violencia de género en la adolescencia (Tesis Doctoral). Universidad Complutense de Madrid, Madrid.
Rubio-Garay, F., Carrasco, M.A., Amor, P.J. Y López-González, M.A. (2015). Factores asociados a la violencia en el noviazgo entre adolescentes: una revisión crítica. Anuario de Psicología Jurídica, 25, 47-56. DOI: https://doi.org/10.1016/j.apj.2015.01.001
Walker, L. (1979). The battered women. New York: Harper and Row Publishers.
Tokunaga, R. & Aune, K. (2015). Cyber-Defense: A taxonomy of tactics for managing cyberstalking. Journal os Interpersonal Violence, 32(10), 1451-1475. DOI: https://doi.org/10.1177/0886260515589564
Borrajo, E., Gámez-Guadix, M., Pereda, N. y Calvete, E. (2015b). The development and validation of the cyber dating abuse questionnaire among young couples. Computers in Human Behavior, 48, 358-365. DOI: 10.1016/j.chb.2015.01.063
Borrajo, E. y Gámez-Guadix, M. (2016) Abuso “online” en el noviazgo: relación con depresión, ansiedad y ajuste diádico. Psicología Conductual, 24(2), 221-235. Recuperado de https://www.behavioralpsycho.com/producto/abuso-online-en-el-noviazgo-relacion-con-depresion-ansiedad-y-ajuste-diadico/
González, M.P., Muñoz, M.J. y Graña, J.L. (2003). Violencia en las relaciones de pareja en adolescentes y jóvenes: una revisión. Psicopatología Clínica Legal y Forense, 3(3), 23-39.
Fissel, E. (2018). The reporting and help.seeking behaviors of cyberstalking victims. Journal of Interpersonal Violence, 1-26. DOI: https://doi.org/10.1177/0886260518801942
[1] “Ciberstalking en las relaciones de parejas juveniles” UMA18-FEDERJA-035, Programa operativo FEDER Andalucía 2014-2020. Investigadora principal: Ana Isabel Cerezo Domínguez. Duración: 15/11/2019 a 15/11/2022