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Preocupación por el crimen y medios de comunicación: un estado de la cuestión

Introducción

Es común escuchar que las noticias que difunden algunos medios de comunicación inciden en el sentimiento de inseguridad. Esas noticias malintencionadas en relación con el crimen que se difunden crean fantasmagorías, temores, inseguridades, fobias o, sencillamente como diría Bourdieu (1997: 26-27), representaciones equivocadas. Del mismo modo, es frecuente observar la cobertura que, de delitos violentos, hacen los medios de comunicación, normalmente en tono sensacionalista y alejado del debate serio y riguroso que exigen los temas relacionados con la realidad delictiva de un país. Si a este tipo de noticias que constituye el “pasto predilecto de la prensa muy importante porque interesa a todo el mundo” (Bourdieu, 1997: 22-23), le añadimos las distribuidas por redes sociales, diríamos que su presencia en la actualidad se ha incrementado de manera notable. Algunos estudios sugieren mayor acuerdo con afirmaciones de carácter punitivista y mayor rechazo a planteamientos más rehabilitadores a medida que se consumen más noticias sobre delincuencia en los medios de comunicación (López et al., 2023). En cualquier caso, como menciona Daniel Varona (2015), no se trata del consumo de noticias per se, sino la mayor exposición al tratamiento sensacionalista y sesgado que suelen realizar los medios sobre la delincuencia (sobreestimando su gravedad y extensión). Y que, en general, cuando se confronta con los datos objetivos, no suele haber variado mucho en su ocurrencia, por lo cual el objetivo parece ser generar impacto en la audiencia en tanto novedad.

La revisión de estudios académicos interesados en conocer el papel que juegan los medios en la preocupación por el crimen y en el sentimiento de inseguridad ciudadana, permite diferenciar a dos grupos de investigaciones. Un primer grupo apunta a que, si bien es aceptado que la exposición a los medios contribuye a aumentar la preocupación por el crimen al configurar una agenda societal, para que haya temor, debería cumplirse que la víctima sea alguien “común”, parecida a uno, azarosamente elegida, viviendo en un barrio comparable al propio. Un segundo grupo considera que el principal efecto de la exposición a la violencia mediática no es tanto el incremento de los comportamientos agresivos sino la profundización de las sensaciones de victimización, de riesgo y vulnerabilidad personal.

Entonces, ¿qué tipo de sociedad promueven unos medios que privilegian las crónicas de sucesos y el crimen?, ¿cómo decodifican las audiencias la información sobre el delito?, ¿qué impacto tienen las noticias de inseguridad en la vida cotidiana?, ¿qué usos le dan los telespectadores a este tipo de información? La sociología, al igual que otras ciencias sociales, trata de descubrir y visibilizar cosas ocultas: al hacerlo, como seguidamente tratamos de mostrar, puede contribuir a dar respuesta a alguna de esas preguntas.

El rol de los medios de comunicación en el sentimiento de inseguridad

Uno de los principales debates sobre los efectos de las noticias delictivas en el sentimiento de inseguridad ciudadana está relacionado con el impacto que tienen aquellas que se difunden por medios locales en contraste con las cadenas nacionales.

Un primer grupo de investigaciones sostiene que en las ciudades más pequeñas (que no son metrópolis), las noticias nacionales sobre el delito no solo no causarían temor, sino que, además, reforzaría un sentimiento de seguridad local (debido a que las noticias muestran generalmente un aumento del delito en las grandes ciudades). Liska y Baccaglini (1990) acuñaron la expresión “sintiéndose seguro por comparación” en su investigación sobre el impacto de las noticias en diarios en distintas ciudades norteamericanas. Comprobaron que los delitos mediatizados causan temor cuando las noticias son locales; mientras que cuando han sucedido en otros lugares, se refuerza la idea de que “aquí no es tan malo como en otros lados” y, por ende, se refuerza la sensación de seguridad del hábitat.

El trabajo de Eschholz, Chiricos y Gertz (2003) concluyó que las noticias policiales de ámbito nacional no provocan temor mientras que las locales sí. Otros trabajos señalan que el consumo de noticias locales incrementa el temor al delito, solo entre las personas que viven en barrios con altos índices de delitos violentos. Por ello, la sensación de inseguridad tiene lugar cuando se produce algún tipo de relación entre lo que los entrevistados ven en la televisión y lo que perciben en su vida cotidiana. Algunas investigaciones relativizan la relación de las noticias en el miedo al crimen e incorporan otras variables que inciden en él, tales como la fuente que emite la información, la percepción de las noticias como “realistas” o “exageradas” y el lugar donde sucedió el delito.

Un segundo eje de discusión se centra en las diferencias según los soportes que emiten las noticias, principalmente entre medios impresos y medios gráficos o audiovisuales. La mayoría de las investigaciones coincide en que los noticieros tienen una influencia mayor que los medios impresos en las percepciones y creencias de la gente, mientras que otras investigaciones encuentran que hay matices. En general, las noticias delictivas en televisión suelen ser episódicas, es decir, se centran mayormente en los casos que afectan a la vida cotidiana (asaltos en la calle, robos en propiedades, etc.), mientras que los diarios privilegian una cobertura temática que muestra tendencias delictivas y contextualiza los casos. Para Gilliam e Iyengar (2000), la principal diferencia entre los dos estilos de coberturas se basa en el modo en que la audiencia o los lectores le asignan responsabilidad al origen del delito y a otros problemas públicos. El estudio de Grabe y Drew (2005) puso de manifiesto que, a diferencia de la lectura en diarios, las noticias en televisión inciden en las estimaciones del riesgo a nivel social y promueven la adopción de prácticas preventivas.

Un tercer eje de los estudios revisados se centra en la incidencia mediática según el género televisivo que se consume: series de ficción (crime drama), programas magazines, de entretenimiento, noticieros o realities show de policías. Distintos géneros televisivos representan situaciones relacionadas con el mundo del delito, tanto desde la ficción como desde la no ficción (películas, series, realities shows, programas magazines y de entretenimiento). Algunos estudios especializados señalan que las series de ficción tienen más incidencia que los noticieros y aseguran que la audiencia de las series aprende el uso de medidas preventivas frente a ciertas situaciones (como casos de ataque sexual en la vía pública o un robo a mano armada) de las representaciones ficcionalizadas. Otros le reservan un rol importante a la incidencia de los realities de policías tanto en la consolidación de una imagen estereotipada del criminal como en la configuración del sentimiento de inseguridad.

Un fuerte debate que plantean los estudios es si la experiencia previa con el delito refuerza o impide los efectos de los medios de comunicación. En su estudio, Gross y Aday (2003) encuentran que la audiencia que había tenido alguna experiencia con el delito aumentaba su temor a partir del consumo de la información delictiva. Las personas entrevistadas con experiencias previas con el delito se percibían más temerosas frente al delito violento, el uso de drogas, el delito de propiedad y expresaban gran malestar en caminar solas por la noche en su vecindario. Los investigadores hipotetizan que hay un efecto de realce no solo de la sensación de vulnerabilidad personal sino también de distintos riesgos en general.

En síntesis, las principales discusiones en la literatura están marcadas por los siguientes ejes: por un lado, la diferencia del impacto de las noticias locales y las nacionales en el sentimiento de (in)seguridad ciudadana; la credibilidad en la fuente que emite la información, el realismo de las imágenes y la frecuencia y la atención mediática. También se debate acerca de las diferencias que existen en la recepción de noticias delictivas en distintos soportes y en los distintos géneros mediáticos (Focás, 2020). Otro punto de cuestionamiento es si la experiencia previa con el delito refuerza o impide los efectos de los medios masivos de comunicación.

Hacia una sociocriminología pública

La información que disponemos sobre el tratamiento del crimen en los medios no puede permanecer ajena a la ciudadanía en una sociedad caracterizada por el consumo de información, del uso de las tecnologías de la información y la abundancia de mitos y prejuicios entorno a este fenómeno. Vivimos sumergidos escuchando ideas y falsas noticias, bulos, medias verdades y otras formas de manipulación informativa que carecen de sustento científico y que son alimentadas y distribuidas con mayor rapidez por los medios de comunicación y redes sociales con un alcance global.

Frente al tratamiento sensacionalista de los temas relacionados con el delito que hoy predomina en medios y redes sociales, nuestro empeño investigador va orientado hacia una sociocriminología pública que visualice un debate político serio, riguroso y necesariamente innovador para llegar a la gente (Navarro, 2019). Este ejercicio pretende ser útil para enriquecer el esfuerzo multidisciplinar de generar resultados prácticos, para luego divulgarlos al gran público ofreciendo información rigurosa y aquilatar con ello el debate público en torno a las leyes penales o las políticas de seguridad. Como mencionan Miró y Gómez (2020), una de las cosas buenas que nos ha dejado la pandemia es la oportunidad de comprender la importancia de que la ciencia se desarrolle y se difunda y que su impacto y conocimiento llegue al mayor número de personas posible.

Utilizar en la divulgación un lenguaje difícil de interpretar para las personas que no están familiarizadas con la criminología puede generar una violencia simbólica por la complejidad de sus definiciones y conceptos. El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1997), estudió en profundidad cuestiones relacionadas con el poder y la dominación. Define violencia simbólica como una relación social asimétrica donde quienes dominan ejercen violencia indirecta y no físicamente directa en contra de las que son dominadas, que no la distinguen claramente o son inconscientes de dichas prácticas en su contra. En el desarrollo de sus diferentes trabajos señala el lenguaje como instrumento de poder, que ejerce dicha violencia simbólica.

En suma, la divulgación científica ha cobrado importancia como intermediaria entre los grandes avances de la investigación y la ciudadanía, al mismo tiempo que han aparecido más herramientas, más receptores y, por ende, más necesidades de adaptación del mensaje al público objetivo. La divulgación en el ámbito de la criminología es un tema de gran relevancia para la disciplina, pero insuficientemente abordado. Como cualquier ciencia, la criminología está en constante evolución, se amplía e incluso autocorrige, siendo esta una de sus grandes virtudes. Por ello, es necesario actualizar las tareas, las herramientas y la forma de hacer divulgación, en una línea de investigación in crescendo como la aquí expuesta. Esto supone un importante paso para el diseño de mejores estrategias que permitan no solo profundizar en esta línea a estudiantado y comunidad científica, sino también acercarla a la ciudadanía haciéndole consciente de su utilidad para la comprensión de fenómenos complejos que afectan a la vida cotidiana, bajo el supuesto de que la ciencia debe contribuir a que la ciudadanía aprenda a pensar los problemas sociales de una manera científica (Barbeito, 2019). El reto es enorme, pero es muy cautivador.

Referencias

Barbeito, R. (2019). Querer saber y querer hacer saber: dificultades y dilemas de la comunicación sociológica en la sociedad mediática. Revista Española de Sociología, 28 (3), 151-160. https://doi.org/10.22325/fes/res.2019.44

Bourdieu, P. (1997). Sobre la televisión. Barcelona: Anagrama.

Caro, M., Pozo, F., López, A. y Navarro, L. (2020). Encuestas de seguridad ciudadana. Madrid. Centro de Investigaciones Sociológicas.

Díez Ripollés, J. L. (2004). El nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana. Revista Española de Ciencia Penal y Criminología, 06-03, 1-34. http://criminet.ugr.es/recpc/06/recpc06.html

Eschholz, S., Chiricos, T. y Gertz, M. (2003). Television and Fear of Crime: Program Types, Audience Traits and the Mediating Effect of Perceived Neighbourhood Racial Composition. Social Problems, 50(3), 395-415.

Focás, B. (2020). El delito y sus públicos. Inseguridad, medios y polarización. Buenos Aires: Unsam-Edita.

García España, E., Díez Ripollés, J. L.; Pérez, F., Benítez, M. J. y Cerezo, A. I. (2010). Evolución de la delincuencia en España: análisis longitudinal con encuestas de victimización. Revista Española de Investigación Criminológica, 8(2), 1-27. https://doi.org/10.46381/reic.v8i0.52

Gilliam, F. y Yengar, S. (2000). Prime Suspects: The Influence of Local Television News on the Viewing Public. American Journal of Political Science,  44(3), 560-573.

Grabe, M.E. y Drew, D. (2005). Crime Cultivation: Comparisons Across Media Genres and Channels. Journal of Broadcasting & Electronic Media, 51(1).

Gross, K. y Aday, S. (2003). The Scary World in Your Living Room and Neighborhood: Using Local Broadcast News, Neighborhood Crime Rates, and Personal Experience to Test Agenda Setting and Cultivation. Journal of Communication, 53(3), 411–426.

Liska, A. y Baccaglini, W. (1990). Feeling Safe by Comparison: Crime in the Newspapers. Social Problems, 37(3), 360-374.

López, A., Navarro, L., Pozo, F. y Caro, M. (2023). Punitivismo y rasgos sociopolíticos, un análisis de la opinión pública andaluza hacia el castigo penal. Política y Sociedad, 60(1), 1-16. https://doi.org/10.5209/poso.78335.

Miró, F. y Gómez, A. (2020). Elogio de la divulgación en la era PosCovid-19. PostC: La Revista sobre Crimen, Ciencia y Sociedad de la era PosCovid19, 1, 1-15. http://postc.umh.es/

Navarro, L. (2019). La divulgación de la sociología como contribución social: prácticas y retos para conectar con el gran público. Revista Española de Sociología, 28(3), 161- 169. https://doi.org/10.22325/fes/res.2019.45

Varona, D. (2015). Opinión pública y castigo: la investigación sobre las actitudes punitivas en España. En F. Miró (Ed.), Crimen, oportunidad y vida diaria; pp. 711-735. Dykinson: Madrid.

Luis Navarro Ardoy
Luis Navarro Ardoy

Docente en la Universidad Pablo de Olavide

Luis Navarro Ardoy es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Granada. Doctor por la Universidad Pablo de Olavide, imparte docencia en el Departamento de Sociología vinculada a las técnicas de investigación social y a las habilidades básicas en sociología. Como presidente del Comité de Investigación Práctica Sociológica en la Federación Española de Sociología está realizando acciones estratégicas para la divulgación y comunicación del conocimiento social. En los últimos años se ha interesado por la medida, operacionalización y análisis de datos de encuestas de seguridad ciudadana y por la calidad de vida en prisión.

Brenda Focas

Universidad Nacional de San Martín, Argentina

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